miércoles, 30 de marzo de 2016

Día 19 de Marzo_Empieza el desalojo de la isla de Lesbos

Como contaba en mi anterior post, hoy 19 de Marzo no voy a trabajar al campamento.
Me acerco temprano al puerto a ver como se despiden los refugiados que siguen su camino de incertidumbre hacia Atenas.



La mayoría se van felices de dejar el campamento porque tienen la esperanza de llegar a Europa, sienten que la oportunidad por la que han dejado todo atrás está mas cerca. A pesar de que son conscientes de que la frontera entre Grecia y Macedonia está cerrada hace semanas no conciben, como muchos de nosotros, que sea algo permanente, que les dejen a la intemperie detrás de una valla, que no les dejen reunirse con otros miembros de sus familias que ya están del otro lado, que no se les trate como a seres humanos.

Es muy emocionante ver cómo los voluntarios se despiden de las personas con las que han estado trabajando estos días, entre abrazos, alguna lágrima y mucho agradecimiento.
El trabajo de los voluntarios aquí es fundamental, tanto en los campamentos como en el puerto.
Es gratificante ver la red de solidaridad que hay creada aquí, gente desinteresada, de todas las edades y de todas partes del mundo que viene a ayudar, a dar comidas, mantas, ropa de abrigo.
A veces sólo un abrazo, unas palabras, unas sonrisas, eso es todo lo que esta gente necesita.


Parte el ferry hacia Atenas y se siguen oyendo gritos de un niño, que habla muy poco inglés, despidiéndose de una voluntaria. "I love youuuu"


Me dirijo a la Sapho´s Square, la plaza donde se convoca la manifestación de hoy. En el camino conozco a Pilar Feo, una voluntaria canaria que lleva meses en Lesbos, haciendo una gran labor, sobretodo en la llegada de barcas.
Compartimos un café mientras la lluvia dispersa a la gente que se estaba acercando a la manifestación.
Se nos acerca una persona del campamento de Pipka, y nos informa que la manifestación se hará finalmente directamente en el puerto de Mitilene, ya que al parecer están llegando autobuses de los campamentos.



Ya en el puerto, se ve un ambiente distinto, las puertas están cerradas, solo dejan pasar a los refugiados que vienen de los campamentos. Van creciendo los rumores, y finalmente nos enteramos que están vaciando los campamentos. Entra en vigor el acuerdo entre Unión Europea y Turquía.
Están metiendo a la gente que tiene comprados sus billetes a Atenas en un ferry de 1700 plazas. Destino: Kavala.
Allí les espera un campamento militar. Algunos podrán pedir asilo, otros, la grandísima mayoría, serán deportados a Turquía. Este país no se caracteriza por su respeto a los derechos humanos. Los refugiados temen tener que volver.
Muchas de estas personas tienen al resto de sus familias esperándoles en Atenas.
Han gastado el poco dinero que les queda en billetes hacia allí. No llegarán a su destino.
Familias enteras han llegado en barcas esta misma mañana, y con la ropa mojada aún los han traído al puerto para enviarlos a Kavala. 
Ellos mismos deben pagarse sus billetes.


La indignación sigue creciendo entre voluntarios y refugiados.
El trabajo sigue, se sigue repartiendo comida, té, mantas, ropa de abrigo.
Los refugiados no tienen información, nos piden que les ayudemos, pero nosotros tampoco tenemos información para darles. ¿Qué va a pasar con estas personas?
Prensa, voluntarios, manifestantes, hacemos guardia en el puerto. Siguen llegando autobuses.
Ya entrada la noche, la ONG Remar es una de las pocas que queda en el puerto. Preparan sopa y té en una caravana.
David Fuertes, otro voluntario que lleva tiempo en la isla trabaja con ellos.
En su blog pueden ver más información sobre esta crisis, coincido con él en que esta no es una crisis de refugiados, sino de valores.

Hay personas que llevan dentro del ferry desde la mañana, no les dejan salir.
Ayudo en lo que puedo en la caravana de Remar, y al ver que se necesitan mas vasos térmicos para la entrega de sopas y tés, nos vamos a intentar comprar. Casi todo está cerrado ya, compramos todos los disponibles en una tienda griega, y luego pedimos a un restaurante si nos puede dar más, que los pagamos. La solidaridad del pueblo griego es ejemplar.  El dueño nos da un montón de vasos, nos dice que de ninguna manera nos cobra.
Volvemos al puerto, comenzamos la entrega de tés y sopas, llega un autobus con más gente.
Una niña en silla de ruedas necesita nuestra ayuda. Empujamos la silla hasta dentro del ferry y nos despedimos por hoy, con un sabor muy amargo y muchas dudas sobre el futuro de esta gente y de nuestros campamentos.




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